jueves, 29 de enero de 2009

Luis Roberto Casado


Este hombre, ejemplo de ciudadanía, nació el día de Nuestra Señora de Luján, el 8 de mayo de 1894 en San Casimiro de Güiripa. El mayor de los hijos del poeta, periodista y educador Miguel Zamora Bolívar, fue maestro de escuela y periodista. La historia contada hasta ahora no da cuenta de otros servicios prestados por este hijo ilustre de estos predios.

El primero de los oficios de Luis Roberto Casado fue como concejal de la Corporación Edilicia de San Casimiro. En el acta de instalación del nuevo Concejo Municipal del Distrito San Casimiro se dice lo siguiente: “En el Municipio San Casimiro, capital del Distrito del mismo nombre, del Estado Aragua, a los veinte días del mes de febrero de mil novecientos quince, años ciento quince de la Independencia y cincuenta y siete de la federación, reunidos en el local de la casa Municipal, los ciudadanos Coronel Ramón Emilio Guerra, Pedro Manuel Álvarez, Miguel Zamora Bolívar, Nicolás Guevara, Simón Quiroba, Luis Roberto Casado y Alberto Peña”. Al recoger la votación salieron electos, Presidente, Pedro Manuel Álvarez, Primero y Segundo Vicepresidentes, Alberto Peña y Luis Roberto Casado. Su padre Miguel Elías Zamora Bolívar resultó electo vocal y Mariano Carrera Castillo Veitía como secretario de la Corporación.

El 3 de febrero de 1916 se da lectura a una nota enviada por Luis Roberto Casado, al Concejo Municipal que expresa lo siguiente: el trece de enero próximo pasado, el ciudadano Luis Roberto Casado manifestando que por tener que ausentarse de esta población, para el pueblo de Cúa, donde fijará su residencia, presenta formal renuncia a esta corporación, del cargo de Segundo Vicepresidente. Se puso en consideración y fue aceptada por unanimidad y que por secretaría se llame al suplente respectivo el Concejal Ramón Emilio Guerra.

Luego de su estadía en la población del estado Miranda, nuevamente se le encuentra en la Corporación, pero ahora como secretario. Dice el acta que el 18 de mayo de 1921 en sesión extraordinaria se nombró secretario del Concejo Municipal al ciudadano Luis Roberto Casado. Más adelante lo encontramos como redactor de un acta de trascendencia histórica donde se asienta lo siguiente: el 14 de octubre de 1923, el Concejo Municipal del Distrito San Casimiro, en uso de sus atribuciones, considerando: Que en los primeros días del próximo mes de noviembre, hará su entrada triunfal a ésta su ciudad natal, el virtuoso Levita, Pbro Lucas Guillermo Castillo, elegido por el soberano Congreso Nacional de la República, obispo de la Diócesis de Coro, ya consagrado con la alta dignidad, considerando: Que tan merecida elección recaída en este hijo ilustre de San Casimiro, gloria indiscutible de esta porción aragüeña, ha tenido gratísima resonancia por las preclaras virtudes que integran la vida sacerdotal de monseñor Castillo, Considerando: Que es noble y justo deber de las Municipalidades propender a la exaltación de aquellos elementos que le dan gloria con el brillo de sus virtudes, sus limpias ejecutorias y sus relevantes prendas morales. Luego sigue otro considerando para acordar en 6 artículos lo siguiente: Celebrar un solemne tedéum en Nuestra Santa Iglesia, el día 21 del corriente, fecha fijada para la consagración, en acción de gracias al todopoderoso por los favores dispensados a la grey venezolana. Igualmente asistirán a los actos los miembros de la Corporación y demás autoridades constituidas. También el 9 de noviembre se procederá a la creación del Arco Homenaje de los Poderes Públicos. Hay otros artículos del acuerdo que por razones de espacio hace extensa esta nota.

Sirva este trabajo para dar a conocer otras funciones, además de periodista y maestro, que desempeñó este egregio sancasimireño que el 17 de febrero se cumplirán 68 años de su desaparición física.




Crónicas de un sancasimireño

Salvador Rodríguez

jueves, 15 de enero de 2009

Castillo Lara y Catalina de Erauso

Salvador Rodríguez


El 15 de diciembre de 2002 marchó en silencio, Lucas Guillermo Castillo Lara, pródigo en voces que dieron ubérrima escritura para darle vida a pueblos y comarcas que moraban en el olvido. 6 años hacen de la ausencia física de este hijo de las tierras de Güiripa que es “Voz que nombra a una sarta de cuentas hechas de caracol, llamadas también quiripa y que servía para intercambio comercial, adorno y ofrenda a sus dioses”.

Lucas Guillermo Castillo Lara fue la voz que nombró por más de 81 años, a través de la poesía, ensayos, monografías y libros, al hombre –Fermín Toro-, a la historia regional -San Casimiro de Güiripa, crónicas de la tierra y de la sangre-, y a la historia de una mujer, en la obra La asombrosa historia de doña Catalina de Erauso, la monja Alférez, y sus prodigiosas aventuras en Indias.

A los 21 años de edad, escribe un ensayo sobre Fermín Toro donde destaca diversas aristas de la vida del autor de La sibila de los Andes, como son “El Hombre”, “El Artista”, “El Escritor”, “El Político” y “El Diplomático” que le valió ser premiado por la Academia venezolana correspondiente de la Real Española el 29 de diciembre de 1942.

En San Casimiro de Güiripa, crónicas de la Tierra y de la Sangre, condensa la historia de su pueblo natal, que es también de sus ancestros y adoptiva de don Rosalio Castillo Clavo, quien firma la compra de las tierras de Güiripa el 18 de octubre de 1831, ante Juan Domingo Larrain, Segundo Juez de Paz del pueblo de Paracotos.

Retomando la crónica, ya que se ha ido un poco lejos en lo que se refiere al titulo de ella, se podría decir que la historia que narra la magistral pluma de Castillo Lara, titulada La asombrosa historia de doña Catalina de Erauso, La Monja Alférez, y sus prodigiosas aventuras de Indias es una intrépida actuación en la vida de una mujer que se escapa de un convento, afirmando Castillo Lara que “Esa historia de doña Catalina de Erauso, La Monja Alférez, como se llamaba, aunque nunca pasó de Novicia, es la más extraordinaria y maravillosa aventura vivida por mujer alguna. Arrancada de los propios labios de la protagonista surge la historia de una mujer que, disfrazada de hombre y temida por tal, en las décadas iniciales del siglo XVII y por los largos caminos de América discurre su vida aventurera, marcada con ribetes de picardía y acento caballerescos”.

Catalina de Erauso, La Monja Alférez, es una mujer que fue destinada desde niña al estado religioso, cambia el hábito por pantalones al escaparse del convento de San Sebastián el Antiguo en la Provincia de Güipúzcoa, en España y la cruz por la espada. Esta española es de carácter rebelde, salvaje y amante de la libertad y vendrá a América vestida de grumete para recorrer a Cartagena de Indias, Cumaná, Araya, Panamá, Lima, Chile, Argentina y Bolivia. La Monja Alférez se llamó en un principio Pedro de Oribe, cambiando luego a Alfonso Díaz Ramírez de Guzmán. Para hacer bien su papel de hombre fue siempre intrépida, altiva y poco sociable, fingiendo constantemente el sexo opuesto para poder lograr el grado de Alférez. Recorrió otras regiones de las Indias, hasta que cae herida gravemente durante un desafío y la lleva a decidir sobre el abandono de su azarosa vida.

Sirva esta escritura para recordar la vida de este sancasimireño quien nació el 23 de junio de 1921, como también su muerte acaecida en Caracas. Igualmente ilustrar la obra de este ilustre coterráneo como lo es La asombrosa historia de doña Catalina de Erauso, la Monja Alférez, y sus prodigiosas aventuras de Indias (1602-1624) de la cual se cumple este diciembre 16 años de su publicación.




Por Salvador Rodriguez

martes, 13 de enero de 2009

El Padre Lucho

El 6 de diciembre del año que concluye, la feligresía de San Casimiro de Güiripa concurrió masivamente a la Iglesia Matriz de la población para testimoniar con su presencia el enorme aprecio que siente cada uno de los sancasimireños por el padre Luís Emilio Chaverra Jiménez.
El presbítero Luís Emilio nació el día de San Donato, el 17 de febrero de 1949 en Ciudad Bolívar, departamento de Antioquia en Colombia. Emilio, como todos acá le llaman es el tercer hijo de 16 hermanos del matrimonio de Martín Emilio Chaverra y María Alicia Jiménez; entre sus hermanos están Jorge, Aníbal, José Hernando, Gloria, Amanda y Horacio.
Luís Emilio estudió la primaria en Ciudad Bolívar, la secundaria en Apartadó y su vocación sacerdotal en el seminario “Cristo Sacerdote” en la población de La Ceja en Antioquia, Colombia, donde se ordenó sacerdote el 14 de noviembre de 1982. El entusiasta y atento padre antioqueño llegó a la parroquia de San Casimiro el 6 de diciembre de 1983, día de San Nicolás. No llegó cargado de regalos y presentes para los lugareños, pero si trayendo con su presencia la prestancia que necesitaba la iglesia de San Casimiro en ese momento.
En este diciembre, el padre Luís Emilio cumplió entre sus hermanos de San Casimiro, 25 años de ejercicio sacerdotal, socorriendo al desvalido y viendo por las necesidades materiales de la iglesia sin descuidar las espirituales.
En la celebración de sus años al frente de la institución católica, Emilio viene dando lo mejor para mantener el majestuoso templo, que el próximo 19 de febrero cumplirá 100 años de haber sido bendecido por Monseñor Sendrea.
El acto que los sancasimireños le rindieron al padre Luís Emilio contó con la presencia del padre Noel Galindo, el cura Jesús Alvarado, el diácono José Eliseo Hernández, nativos de San Casimiro de Güiripa y a quienes el presbítero homenajeado les ha servido de guía espiritual a estos hijos de estas tierras que siempre se ha caracterizado por darle a la iglesia sus mejores hombres. En el sencillo acontecimiento el cura Noel Galindo resaltó el apoyo que le brindó este noble colombiano y el profesor Alirio Nieves disertó dando a conocer el trabajo desarrollado en estos 25 años. El padre Emilio es el que más tiempo tiene en la parroquia, deseando los sancasimireños que sean muchos años más para que la comunidad se sienta protegida espiritualmente, ya que a pesar de que esta es infinitamente agradecida no es malo recordarle las palabras de Francisco de Quevedo y Villegas quien afirmó de que “el agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien”. Se les menciona para que puedan actuar como un exorcismo ante tanta abundancia de mal hablados. En el evento se llevó a cabo una sesión solemne del concejo municipal presidida por el concejal Pedro Gómez.
Luís Emilio Chaverra Jiménez nació el día de San Donato, que proviene de donatum que en latín significa “donado, regalado”. Su significado podría ser “donado (consagrado a Dios)” o “regalo (de Dios a los padres)”, ¡claro Dios! usted lo ha querido, el departamento de Antioquia lo ha regalado a San Casimiro de Güiripa quien desde el pasado 06 de diciembre es el hijo adoptivo de este pueblo católico. Son 25 años y “parece que fue ayer, dicen siempre”, como lo escribe el poeta Juan Sánchez Peláez en su poema “Los viejos”. Termino diciéndole que San Casimiro de Güiripa es la casa de el padre Lucho.

Por: Salvador Rodriguez

Pastor Rodríguez Manzo

La obra del bardo sancasimireño trasciende la geografía de su lar nativo que lo convierte en el autor oficiante de la trashumancia al practicar la ubicuidad por la cantidad de lugares donde vivió y escribió sus trabajos literarios y periodísticos, siempre llevando entre pecho y espalda las reminiscencias de San Casimiro de Güiripa.

La vida del periodista y educador fue de un andariego consumado que escribe del poeta victoriano Sergio Medina cuando este muere el 7 de abril de 1933 en la ciudad de Maracay. Hace una magnifica composición en silva titulada “Homenaje” a la memoria de Sergio Medina, donde manifiesta el sentimiento de admiración al cantar al vate aragüeño estos afiligranados versos: “Más hoy ya no canta el bardo querido/ la inhumana tropas su vida trochó; / su lira está muda/ y sus cuerdas rotas, / porque a otras ignotas/ regiones lejanas por siempre marchó”.

Así como estuvo en la ciudad heroica de Aragua, se le ve en la ciudad jardín de Maracay donde redacta el poema “Ingenuidad” dedicado al poeta y cronista de la capital aragüeña, don Augusto Padrón. Vive y hace verso y crónicas en los Teques, Calabozo, Barbacoas, El Sombrero, Petare, San Sebastián de los Reyes y Ocumare de la Costa. En este pueblo costeño de brisa indomable crea el poema “Frente al mar”, de rima impecable donde perciben sus ojos de nómada el percutir de las olas que llegan, tocan y se van, al decir de ellas y “la sombra se moja, y a lo lejos, /en el silencio que la brisa viola, / se encarama la espuma de ola en ola/ con un rumor de oceánicos festejos”.

Pastor Rodríguez Manzo nació en San Casimiro de Güiripa el 3 de marzo de 1895. Probablemente, tal vez, se marchó de su comarca nativa un poco más del año 1920, ya que el 20 de febrero de 1920 aparece como integrante de la junta del censo electoral junto a los educadores Ezequiel Estéves y Antonio Padrón y el juez de gallera José Manuel Echezuría Romero, durante la presidencia en el Concejo Municipal de Pedro Manuel Álvarez.

Se marchó, tal vez, a los 25 años para recorrer las geografías de Miranda, Guarico y Aragua. Nació espiritualmente en Barbacoas donde fundó una escuela en la calle El Sol, en esta misma población aragüeña pone en marcha los periódicos “El Tiempo” y “Mirajes”. Luego en el pueblo de “El Sombrero” se destaca como columnista y colaborador del periódico “Horizontes”, fundado el 19 de marzo de 1933. Desde ese pueblo guariqueño colabora con el quincenario “La voz de Aragua”, periódico fundado por el poeta Augusto Padrón y los hermanos Casado, Eleazar y Luis Roberto, genuinos representantes, junto a Rodríguez Manzo, de las letras sancasimireñas.

Pastor Rodríguez Manzo también escribió en el diario “El Paréntesis” de Maracay, “El Esfuerzo” y “Panorama” de la Villa de Todos los Santos de Calabozo, “El Sol” y “Horizontes” de la población de El Sombrero y en “El Llanero” y “Regional” de Barbacoas. Fue jefe civil en Ocumare de la Costa, prefecto de San Sebastián de los Reyes, cuando era gobernador Aníbal Paradisi. También fue secretario de la prefectura de Valle de la Pascua y de Barbacoas, y registrador subalterno en este último pueblo. Igualmente fue diputado de la desaparecida asamblea legislativa del estado Aragua por el distrito Urdaneta en el año 1940.

En agosto de 1932 vuelve a su pueblo natal y compone los versos del poema titulado “De Regreso”, para luego marcharse, tal vez, llevando en su mente aquello dicho por Neruda de que “yo viajo con nuestro territorio y siguen viviendo conmigo, allá lejos, las esencias longitudinales de mi patria”. Parafraseándole podríamos afirmar que en el poeta sancasimireño en su errante transcurrir por la vida “viajó su pueblo San Casimiro y siguió viviendo en él los aromas de las aguas del Toronquei y el Güiripa”.

Sirva esta escritura para recordar a tan olvidado paisano, cuando se cumplen 54 años de su muerte que ocurrió el 4 de noviembre de 1954.

Por: Salvador Rodriguez

Efemérides de la Casa Grande

Está entre nosotros. Tiene casi 134 años mirando el cerro LA CUMACA que cubre su exuberante verdor de pausada neblina. Es toda hermosura en todo su esplendor. Bello templo y mayor solera en sus campanas y aún más si el tañer lo hace Rosalio Pérez –el mocho-. Majestuosa reliquia que el 25 de enero cumplirá 113 años de haberse oficiado la primera misa en sagrado recinto sin que estuviese concluído. Casa Grande de oraciones que el 19 de febrero tendrá un siglo, exactamente a las 9 de la mañana, de que monseñor Felipe Neri Sendrea, le diera la bendición.

La primera ocurrió el 25 de enero de 1896 en la inicial visita pastoral del obispo de Calabozo, Dr. Felipe Neri Sendrea. Salió de San Sebastián de los Reyes a las 5 de la mañana y llegó a estos santos lugares a las 12 del mediodía. El obispo se hacía acompañar de los curas León Malpica, Jesús Sánchez, diácono Br Manuel Mier y Terán, el vicario de San Sebastián Pbro. Ramón E Silva y el Jefe Civil del pueblo José María Carreño y una inmensa cantidad de personas que se reunían para recibir a tan ilustre prelado. A la entrada lo saluda el coro de niñas, se entrega un ramo de flores y el señor Cesar Díaz pronuncia el discurso. Luego visita la vieja iglesia y da la misa.

Al concluir los rituales inspecciona la fábrica del nuevo templo, “admirando a cada instante su construcción y alabando la piedad de los fieles para realizar tan gran obra”. La antigua iglesia se encontraba en deplorable estado y ordenó celebrar misa en el nuevo templo, aún antes de que estuviese concluído. Esta primera misa fue celebrada por el presbítero Cándido María Machado.


El segundo acontecimiento, que es la bendición de la Casa Grande de los católicos, sucede el 19 de febrero de 1909. El 13 de febrero salió monseñor Sendrea de San Sebastián acompañado de su comitiva. Temprano llega a la hacienda de Suata, propiedad del Señor Santiago Perrone, ubicada ya en jurisdicción de San Casimiro. Le acompaña el padre Lucas Guillermo Castillo Hernández quien había recibido la parroquia de manos del padre Cándido María Machado el 20 de septiembre de 1908. Allí en Suata preparan una especie de Misión para atender a los vecindarios de Suata, Chaparral, Múcura, Pardillal y Santa Cruz. Fue una gran fiesta donde se realizan misas, confesiones, matrimonios, bautizos y confirmaciones. Al día siguiente y a media tarde hace su entrada al pueblo donde lo espera la recepción tradicional con discursos de Miguel Zamora Bolívar y don Antonio Torrealba. En los días previos al 19 el obispo realiza la visita canónica y lo encuentra todo organizado de lo cual deja constancia en el acta correspondiente.

El 19 de febrero de 1909, a las 9 de la mañana, da principio a la bendición del templo. Repicaron alegres las nuevas campanas. La iglesia desbordaba repleta de fieles. En el presbiterio estaban los padrinos y los que habían formado parte de la junta de aquel 4 de marzo de 1875. Esa mañana veían ellos realizados, junto al pueblo, los sueños y sacrificios.

Monseñor Sendrea bendice la Iglesia y el altar. Lo asisten en el acto, el vicario Ramón E Silva y los presbíteros Jesús M Martínez y Diego Luis Falcón. Lucas Guillermo Castillo es el maestro de ceremonias. A la una de la tarde termina la larga ceremonia. Luego el pueblo se entrega en el regocijo popular.

Después de discurrir por escenarios históricos les toca asumir, a los que habitan estos tiempos, o no, si se celebran estas grandiosas efemérides. Mientras toman las decisiones, hago mío el poema “Para un aniversario” del gran poeta Paul Eluard, quien escribe “festejo lo esencial festejo tu presencia”. No brindaré con agua férvida, pero si con agua que hace crecer como cristianos.



Crónicas de un sancasimireño


por: Salvador Rodríguez