-Tomo prestado palabras del nóbel de literatura – 1976 – que es el epígrafe que abre el poemario “Memorial de tus Ojeras” de ese hilador de metáforas como lo es el poeta Manuel Carrillo para discurrir de Lucas y Eleazar. Los dos marcharon en diciembre, mes infausto de malas noticias para las letras sancasimireñas.
Eleazar o Don Elías como muchos le llamaban, es nativo de esta comarca sancasimireña donde las nubes parecen devorar los cerros y la luna de asomada oblicua soslaya a camburito con su sol de los venados.
Lucas Guillermo lo hizo allá, más acá de Las Dolores, en Güiripa de San Casimiro donde los cerros “La Cima del Cielo” con su añil pincelado se cubren de arreboles decembrinos.
Hace tres décadas muere Eleazar o Don Elías como le llamaban los Esaá; Juan el otrora juez del pueblo, Rafael el vicepresidente del Concejo Municipal que unió para siempre a Ruperto Valero con su novia de toda una vida, Eustacio el mejor bailarín de tango de esta irrenunciable aldea, como igualmente lo hacía el escabino Miguel Valero, profundo conocedor de los códigos habidos y por haber.
Hace un lustro se marcha en silencio Lucas Guillermo; cruzó el umbral para juntarse con su tío Lucas Guillermo Castillo Hernández, el mismo que escondió a Miguel Otero Silva en el obispado de Coro de las fuerzas del gobierno y pudiera conocerse más adelante la epidemia de paludismo que asoló a Ortiz en bahareques fantasmales y que la pluma del barcelonés plasmó en “Casas Muertas”, novela que le valió el premio nacional de literatura en 1955.
Los dos fueron cronistas, poetas de primorosa pluma, historiadores tanto Elías como Lucas, pero el primero de su lar nativo y Lucas Guillermo de otras comarcas como La Grita, Los Teques, Camatagua, Carmen de Cura, San Sebastián y Calabozo.
Uno como el otro, Lucas Guillermo o Eleazar dejaron correr la pluma, muchas veces, bajo la mortecina luz de la vela para escribir la historia de los primeros pobladores, lugares y sitios donde aparecen hechos que los sancasimireños conocían por tradición oral; pero que al verse nombrado y retratados, por el lente de Augusto Nieve o por la cámara fotográfica Kodak de cajoncito de Miguel Utrera, en el libro de Eleazar Casado titulado “Rasgos Histórico – Geográficos de San Casimiro” que se agotó en un santiamén y tuvo que ser reeditado, corregido y aumentado su tiraje, pero con el nombre “San Casimiro, en su Historia y Geografía, en su Tradición y su Cultura”, para que todos acá, tuvieran un ejemplar del libro de el hijo de Miguel Zamora Bolívar.
Más adelante Lucas Guillermo hizo lo mismo, contó un poco más las cosas, pero viéndolas como historiador y dejando a un lado la poesía de la cual se valió Eleazar para contar sus crónicas. Lucas ahondó en entrevistas, hurgó documentos, escuchó cuentos y anécdotas para dar a conocer “San Casimiro de Güiripa, Crónicas de la Tierra y de la Sangre”. Aquí se cuenta la vida del General Ramón Guerra, del santo cura Lucas como califica Lucas Guillermo al primado de Venezuela, del bar “El Placer del Bachaco”, de la casa comercial “La Perseverancia”, que quizás debe su nombre a lo que ha perseverado el comercio en esta esquina.
Estos dos hombres lo contaron casi todo, domaron la crónica, más no la palabra que hoy busca nueva y frescas crónicas de la historia del pasado reciente.
CRÓNICAS DE UN SANCASIMIREÑO Por: Salvador Rodríguez
El hombre de buena memoria no recuerda
nada, porque no olvida nada.
Saúl Bellow
El hombre de buena memoria no recuerda
nada, porque no olvida nada.
Saúl Bellow
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